Voladizo es, sin duda, uno de los mejores poemarios que se han escrito en las últimas horas. Es lamer piedras y lavarse en aguas estancadas. Y observarlo todo desde lo alto de un árbol artificial.
Voladizo se adentra con un salvajismo desbocado en un viaje que se inicia en el desamor y termina en la barbarie. Son esos poemas que se escriben desde los escombros, cuando la belleza se ha acabado y la poesía se convierte en un último acto de resistencia, frágil y honesto.
Si los poetas hablan sobre cosas que no conocen, Calero condena a las palabras a moverse en esa franja que convierte a la carne en limosna, a la vida en ruido blanco. Las imágenes que evocan sus poemas rompen con los formalismos poéticos y en ellas su ira se esparce a borbotones, condenando lo mágico a lo real.