Ellas, Ellos. Habitan ellos las calles, los espacios cerrados, ellas. Se ven entre doseles y cortinajes, se intuyen bajo los esbozos y detrás de los abanicos, se citan intuyéndose a través de las capuchas, de las máscaras. Se encuentran y desencuentran entre pliegues, desconcertados por el deseo, mortificado por la culpa. Así se borda entre ellas y ellos la antinomia del amor y el odio. Ellos desde la acción obligada, ellas desde la defensa impuesta. ¿Cómo entonces se aproximan los cuerpos? ¿Cómo se disuelven la rabia y el miedo? ¿Cómo se amansan ellos? ¿Cómo se encolerizan ellas? Tratamos, aquí, de entrar en el escenario de los interiores del siglo XVII, del universo plural de los sexos, de la manera de gozar entre pliegues, de ellas y ellos.