Fácil de tragar es directa, cruda y sarcástica. Intenta reflexionar sobre la generación nocilla, pero no lo consigue. Este fracaso es su valor: lo que dice y lo que leemos no es lo mismo. Se cuentan las pastillas que se toman en el trabajo, lo que se come, dónde se vive, lo peor de vivir y lo normal. Fácil de tragar es una novela de emigración, de jóvenes idiotas, de trabajo, de jefes, de familia e incluso de detectives. Todo ello con el asco en la boca del lector, fácil de tragar, difícil de digerir.