El presente Diario lleva a un viaje por el espacio y por el tiempo. Recorre lugares emblemáticos e inevitables del antiguo Imperio Romano, pero también otros que lo son menos. Trata de abarcar, sin buscar la exhaustividad, ni mucho menos, detalles en un imperio que ocupó nueve millones de quilómetros cuadrados, algo menos que los actuales Estados Unidos de América. Allí convivieron cien millones de almas, un millón concentradas en Roma. 290.000 quilómetros de calzada unían todos esos territorios en torno al Mare Nostrum, desde Britania a la Arabia Félix y desde la frontera germánica hasta el norte de una provincia que se llamó Ifriquiya. En esta especie de guía hay paradas obligadas como Roma, la capital del mundo, hasta que ese título se lo arrebató Constantinopla, la Nueva Roma, o Pompeya un fósil urbano preservado bajo la lava. También se ha buscado describir la arquitectura y algunos aspectos de su vida cotidiana entre sus templos y en los espectaculares circos y anfiteatros, escenarios del célebre Panem et circenses citado por el poeta Juvenal.