La locura de amar la vida exhibe la cara más vulnerable y humana de varios personajes a lo largo de décadas, a menudo huyendo o tratando de encontrar su sitio en un mundo demasiado grande y hostil. A lo largo de ese tiempo, de esas páginas, la vida revela su esencia como algo simultáneamente comprimido y expansivo; en un reflejo de lo que implica haber vivido tanto, y asistir al paso de esos años en un abrir y cerrar de ojos. Todo ello, con una pátina de humor áspero, ácido y preciso, que arranca sonrisas cómplices o carcajadas según el momento, observaciones agudas, personajes imperfectos pero fuertes y los escenarios oscuros de Van Sant-ish, en Portland.