“Ven a saciar tu sed”, me respondió.
Y yo me levanté como un nenúfar,
tocado por la alquimia del rocío,
varita de la aurora, obedecí
su dulce mandamiento, alcé los labios
al cáliz ofrecido y lo rocé;
y pronto mi cerebro fue la arena
del Labrador, península esteparia,
donde la ola primera reventó
y borró las pisadas, débil rastro
del pánico de ciervos sorprendidos
por el cruel lobo, que dejó sus huellas
visibles en la playa, la segunda
ola las suprimió; del mismo modo
me inundó una visión jamás gozada.
Percy Bysshe Shelley es uno de los grandes poetas del romanticismo inglés. Fue un autor radical que desafió las convenciones sociales de su época. En sus últimos cuatro años de vida llevó una existencia nómada en Italia junto a su mujer Mary Shelley, quien alcanzó la fama como autora de Frankenstein. El poeta, cuyas dos grandes pasiones eran la navegación y la literatura, murió a menos de un mes de cumplir los treinta años: una tormenta hundió su barco frente a la costa de Liguria. En su corta vida produjo muchas obras maestras, aunque gran parte de su obra sólo fue publicada póstumamente. Algunas de sus piezas líricas breves se encuentran entre los poemas más queridos de la literatura inglesa. En el momento de su muerte, Shelley estaba escribiendo El triunfo de la vida, un poema de extraordinaria fuerza visionaria; admiradores como el poeta T. S. Eliot lo consideran su mejor obra. Esta nueva traducción española rinde homenaje al gran poeta en el segundo centenario de su muerte (1822).