La voz interior quisiera parecerse a las novelas biográficas del siglo XIX, que deliberadamente buscan ser entretenidas, a pesar de que la de Sebastián Uribe Riley fuese una vida monótona de un desconocido al que nunca le sucedió nada que merezca la pena ser contado.
Sebastián murió muy joven, a los treinta años, y mucho después su familia descubrió una enorme cantidad de libretas con sus escritos. Mary Riley, la madre de Sebastián, llama a Bernabé, amigo de infancia y adolescencia de su hijo, que ahora es escritor de libros por encargo, para que dictamine si los escritos tienen algún valor o es mejor tirarlos a la basura. Bernabé descubre que Sebastián se pasó la vida inventando autores y escribiendo los textos de esos autores inventados. El amigo se dedicará entonces a investigar la vida de Sebastián y a escribir la biografía de este inédito y esquivo autor de autores, que forma la primera parte de la novela. Biografía disfrazada de novela que contiene además una segunda parte con escritos selectos de varios de los autores inventados por Sebastián ?comenzando por sus propios versos?, además de poemas, ensayos cortos, argumentos de novelas, hagiografías apócrifas y hasta un breve tratado de teología patafísica titulado Los motivos de Dios, del enigmático Walter Steiggel.
Tardé ocho años en escribir La voz interior, a la que además incorporé materiales anteriores. Hubiera seguido. Me detuve cuando descubrí que si continuaba, sería para no detenerme más.