¿Por qué algunas relaciones son felices y armoniosas, mientras que otras son tensas y portadoras de conflictos? ¿Por qué algunas personas tienen relaciones cálidas, afectuosas y entrañables, y otras, sin embargo, sólo pueden mantener relaciones distantes y superficiales que las hacen sentirse insatisfechas, solitarias y vacías? ¿Por qué incluso la más dichosa de las relaciones a veces deviene en confusión y caos, o te deja lastimado, furioso o con la sensación de no ser comprendido? ¿Por qué alguna gente saca lo mejor que hay en sí misma, y otra, por el contrario, lo peor?...
Las respuestas las encontramos en el triángulo dramático, caracterizado por diferentes estados del yo o subpersonalidades que se corresponden con los tres roles que solemos representar, conocidos como Perseguidor, Salvador y Víctima, expuestos en primer lugar por Stephen Karpman y que Gill Edwards trasciende para ayudar a tener mayor conciencia de uno mismo y el coraje y la honestidad necesarios que nos permitan obtener una relaciones libres, cálidas y afectuosas.