LA FÍSICA DEL SER. Tal es el título del presente libro, al que bien cabría añadirle un subtítulo de formulación desde luego heideggeriana: «Ir hacia un estrella, sólo eso». Pero esta reflexión, en el fondo, indica una direccionalidad, la ilusión de pertenecer a un orden físico, a un cosmos, que supuestamente nos absorberá y armonizará con los elementos. La Modernidad se ha acogido a esta teología del Universo una vez desaparecidos los dioses; o más aún, una vez olvidada la condición del Ser. Estos pensamientos están contenidos, de manera más o menos implícita, en este poemario cuyo paisaje no es el acostumbrado; no se trata solamente de la descripción del mundo y de su relación con el Todo, ni tampoco de un viaje celeste. Su naturaleza, su exterior, son en realidad los términos de la pregunta, del preguntar. La indagación es lo que constituye el territorio por el que avanza La Física del Ser, sin angustia pero con sorpresa. Lo sustancial de estas páginas es que en ellas no se vislumbra malestar ni relativismo, surgidos. En este poemario se habla de partículas elementales entendidas como fonemas, porque acas