Tras defender el heliocentirsmo copernicano en La cena de las Cenizas, ampliándolo a un universo infinito y exponiendo el sustrato ontológico de este universo infinito y sustancialmente uno en De la causa, el principio y el uno y Del infinito: el universo y los mundos (publicados todos ellos en Londres en 1584), Giordano Bruno extrae las implicaciones morales, políticas y religiosas de la nueva imagen del universo en los tres diálogos morales, publicados también en Londres en 1584 y 1585. El segundo de ellos es la Cábala del caballo Pegaseo (1585), que continua la crítica del cristianismo, ya planteada en la Expulsión de la bestia triunfante (1584), mediante una crítica, por la vía del elogio irónico, del antiintelectualismo y del escepticismo. Al mismo tiempo se defiende la doctrina del alma universal con sus accidentes particulares en constante mutación sobre la superficie de la materia universal.