Angélica Liddell escribe al dictado de lo intempestivo y de la locura de Dios para subvertir todos los límites. La contienda se libra ahí donde se ha trivializado lo sagrado. Un libro abrasivo escrito en contra y a la contra, que ahonda en un misticismo salvaje, en estado de guerra, que persiste en el cometido de acorralar la vanidad y la seducción que hay en las palabras cuando se escriben y se pronuncian, excoriando el relato para dejarlo en carne viva, sobrecogida, puñal y misterio.