Este Bestiario recoge, por un lado, la influencia del entorno boscoso que marcó la infancia y el devenir de Leonardo da Vinci y, por otro, la profusa imaginación que siempre caracterizó al genio del Renacimiento. Al igual que en las fábulas de Esopo, La Fontaine o Prévert, la humanización de los animales actúa como reflejo de los vicios, virtudes y excesos del ser humano, e invita a la reflexión en un momento de delicado equilibrio natural, marcado por la amenaza de extinción de muchas especies. Las ilustraciones de Redmer Hoekstra profundizan en este encuentro entre dos mundos a través de unas detalladas estampas realizadas a lápiz en las que el aura del Renacimiento se fusiona con trazos surrealistas de marcada influencia escheriana.