Según Irazoki, «Harkaitz Cano aporta una mirada diferente. Nacido en el País Vasco, ha pasado largas temporadas en Nueva York y París, ciudades que han significado para él una apertura cultural. La consecuencia es la naturaleza de sus versos. Sus principales árboles son humanos. A veces con complejos frutos y ramajes psicológicos». Dividido en tres secciones: «Paisaje interior», «Paisaje de incendios» y «Paisaje final», el libro nos ofrece un recorrido amplio y lleno de revelaciones por una poesía que, como afirma su antólogo, «desemboca en un conocimiento hecho de preguntas».