Aquel mundo mudo, cerrado, contenido, tantea en los pasos de danza los límites del lenguaje y procura abrirse a la falta absoluta de mundo, el desmayo, la "descontinencia" y al fin la muerte. Este obra actualiza lo terrible del mito de Medea y cuenta experiencias: la puesta en escena de un guion para ser danzado por una bailarina japonesa de butoh, cuyo tema es Medea; la semejanza entre la danza sin reglas y los gateos y los pasos reptantes de los afectados por la bomba atómica; los raptos del sexo y los raptos de las religiones que hacen echar los brazos atrás, la cabeza atrás, los ojos cerrados en un éxtasis sin voces.