Un oficial escocés herido en combate y que necesitará un largo período de convalecencia accede a convertirse en el huésped de una familia que vive en un gran caserón fortificado en las montañas. Según lo que le han dicho, en la casa, muy deteriorada por el tiempo, solo viven los últimos descendientes de esta saga venida a menos: una madre con sus dos hijos, Felipe y Olalla. Pero antes de entrar en la fortificación, el oficial tendrá que aceptar una condición previa: renunciar a mantener cualquier tipo de contacto con los miembros de la familia.