Arabes, judios, castellanos, francos, mozárabes... una población heterogénea que comparte una ciudad marcada por el Islam, de casas apretadas y calles tortuosas en cuyas esquinas surgen iglesias coronadas por minaretes. Durante dos siglos (XII-XIII) TOLEDO es una ciudad aparentemente contradictoria: a pesar de su carácter de avanzadilla de la Reconquista y de su permanente estado de guerra, en ella reina la tolerncia, conviven las tres religiones (judía, cristiana y musulmana) y florece la cultura.