TRADICIONALMENTE vinculada a la estética modernista, Delmira Agustini (Montevideo, 1886-1914) ingresó en el territorio poético rioplatense a una edad temprana y en tan solo siete años alcanzó la cumbre del éxito gracias a la publicación de tres libros de poemas que tuvieron una extraordinaria acogida entre sus contemporáneos: El libro blanco (Frágil) (1910), Cantos de la mañana (1910) y Los cálices vacíos (1913). Su asesinato a manos de su exmarido interrumpió esta fulgurante y fecunda carrera cuyos últimos frutos vieron la luz en 1924 en Los astros del abismo, una edición póstuma publicada con el beneplácito de su familia. Admirada y censurada a partes iguales, Delmira Agustini, pese a las tensiones y contradicciones propias del periodo finisecular a las que tuvo que enfrentarse, supo imprimir un nuevo aliento al Modernismo literario hispanoamericano en una época en la que el movimiento se acercaba a su inexorable ocaso, convirtiéndose, además, en la precursora de otras voces poéticas femeninas que, retomando su legado, no tardaron en despuntar en el continente americano.