Durante la Primera Guerra Mundial Karl Kraus inventó el contra-periodismo. Condicionado por su agorafobia, transformó su casa de Viena en la redacción de un arbitrario periódico escrito por él mismo y desde esa trinchera se declaró en guerra. Contra el lugar común, la frase hecha, el estereotipo, pero también contra una lógica, la periodística, capaz de impulsar matanzas planetarias con tal de agigantar su influencia y su poder. Maestro de Elias Canetti, amigo de Wittgenstein y Schönberg, admirado por Walter Benjamin, Kraus consiguió bombardear los métodos y mecanismos terribles de los medios de comunicación con elegancia satírica y risas fatales.