No, no es ni la ciencia pura ni el razonamiento solo, ni nada que se aprenda de memoria, ni nada que se exprese en fórmulas. Es una adaptación exacta del espíritu a su objeto, una adaptación perfecta de la atención, una cierta tensión interior, que nos da en el momento deseado la fuerza necesaria para aprehender con rapidez, estrechar con vigor y retener a largo plazo. Es, en suma, en el sentido propio de la palabra, la inteligencia.