'Y lo que en todo caso creo que puedo decir en verdad
sobre Rimbaud es que ningún otro más que él me requirió en poesía con
tanta intensidad, tanta inmediatez, tanta cercanía en su voz. Voz que a
su vez solicita, voz que afirma y que por supuesto se equivoca, pero que
se rehace, vive de rehacerse, llevada, sacudida por las dos grandes
fuerzas que hacen que uno esté en el mundo [] por un lado, la
esperanza, que pretende creer posible que la existencia sea compartible y
que por tanto la vida tenga un sentido, por otro lado, la lucidez que
desmantela las ilusiones sucesivas en donde se atasca la esperanza. []
Esperanza y lucidez es el título que habría podido ponerle a este libro.
[] Pero preferí otro porque me alarma cada vez más una determinada
negación que veo expandirse actualmente de la intuición poética
propiamente dicha, a causa de una lucidez mal fundada cuya consecuencia
es una desastrosa renuncia a la esperanza. Y porque inquietarse así
implica saber hasta qué punto Rimbaud, que el momento presente lee poco o
mal, es y va a seguir siendo necesario.'Yves Bonnefoy