La tristeza, la añoranza, la belleza de aquella silueta delgada que
teníamos enfrente, ¿de dónde venían si no del hecho de que no era un hombre?
Porque nosotros le habíamos llevado a Henia, como una mujer a un hombre, pero
él aún no lo era no era un macho. No era un amo. No era un señor. Y no podía
poseer. Nada podía ser suyo, no tenía derecho a nada, era aquel que debe
servir y someterse.
Witold Gombrowicz
Pornografía. Dos señores mayores se ven arrastrados hacia abajo... hacia la
carne, los sentidos, la adolescencia... Al escribirlo, no me sentía del todo
bien. Pero la 'física' me era necesaria, incluso indispensable, como
contrapeso de la metafísica. Y al revés: la metafísica clamaba por el cuerpo.
No creo en la filosofía no erótica. No me fío del pensamiento que se libera
del sexo...
Witold Gombrowicz, Diario