Un Antonio Machado del siglo XXI. Eso es lo que podemos vislumbrar en este volumen despojándolo en buena parte de esa confusa imagen que hemos heredado de hombre recluido y retirado en su cátedra de francés en ciudades andaluzas y castellanas, ajeno a los vaivenes sociales y políticos. Al contrario: fue siempre un gran luchador, y sorprende la cantidad de adhesiones, actos, manifiestos y proclamas incendiarios que secundó con su firma. Simplemente, el propio poeta confesó que su mayor defecto era «la distracción. Me equivoco, me confundo, me pierdo, me olvido».