Jorge siempre empezando.
Su presencia está, hoy, casi limitada a la tradición oral; en estos últimos años han sido contadas las exposiciones de su obra escultórica y hace ya tiempo que su obra literaria ha desaparecido o ha sido sustituida por ediciones críticas, interpretativas? Bien podría creerse que Jorge pertenece, más que a nuestra tradición más inmediata, a nuestro pre-indoeuropeo.
Le imagino mirándonos, diagonalmente, sospechosa y avisadoramente?
Con la firme voluntad de poner a vuestra disposición estas pruebas de vida, de enfrentar su humanidad con su mito, ofrecemos este volumen que contiene alguna? pequeña piedra que no había* junto con la promesa de poner a disposición de todos: sus textos, con el estricto contenido literario y exposición formal con que se editaron.
Pilar Oteiza
* Quiero dejarte esta pequeña piedra, esta
pequeña piedra que no había
entre todo lo que Tú hiciste;
ahora esta piedra rompe tu soledad?
Pero he aquí que yo,
desde esta pequeña piedra,
te entiendo,
te descubro y te reconozco
y te agrego y te acompaño?
Pensando en Ti hago esta pequeña piedra.
¿Dónde está el río ahora, ese
desesperado río
que me empujaba hacia la muerte
porque podía desocuparme de Ti??
Jorge Oteiza, Androcanto y sigo
EL MITO OTEIZA
«De todos los misterios del universo, ninguno más profundo que el de la creación. Cada vez que surge algo que antes no había existido nos vence la sensación de que ha acontecido algo sobrenatural, de que ha estado obrando una fuerza sobrehumana, divina. Y nuestro respeto llega a su máximo, casi diría, se torna religioso, cuando aquello que aparece de repente no es cosa perecedera. Cuando no se desvanece como una flor, ni fallece como el hombre, sino que tiene fuerza para sobrevivir a nuestra propia época y a todos los tiempos por venir.
A veces nos es dado asistir a ese milagro, y nos es dado en una esfera sola: en la del arte.»
Stefan Zweig, El misterio de la creación artística
(Conferencia pronunciada en Buenos Aires el 29 de octubre de 1940)
El mismo Jorge Oteiza ha sido el creador de su propio mito. Escultor, poeta, teórico del arte, antropólogo, escritor, arquitecto, cineasta: todas sus actividades se legitiman en su praxis escultórica de donde surgen y hacia donde se dirigen.
Cuando después de ganar la Bienal de Sao Paulo decide abandonar la escultura, su actividad humana se centra en ser un hombre de acción e intervenir en el País Vasco en cualquier institución que él cree precisar con su presencia o su opinión. En 1963 la aparición del Quousque tandem?! supone un revulsivo para el ambiente cultural vasco.
Yo tenía quince años cuando lo leí y para mí, como para tantos otros, supuso una revelación tanto de nuestro país, como de la teoría estética. Desde entonces nada fue igual en el panorama cultural vasco, desde entonces todos hemos conocido a Oteiza alguna vez en persona.
Apreciábamos su energía, su palabra, sus gestos. Pretendía que el hombre era un enfermo o no era un hombre y que su curación era la creación artística, que lo defiende y le protege. Estas páginas continuaron en Ejercicios espirituales en un túnel aparecido más tarde por culpa de la censura de Fraga Iribarne.
Pues bien, en 1995 el escultor reunió diversos materiales (artículos, declaraciones, textos de catálogos) en un orden no cronológico, sin carácter de exhaustividad, que entregó al editor de Pamiela, para que se publicara en un volumen con el título de Mentalidad vasca y es el que el lector tiene en sus manos.
En la primera parte el lector observará en estos trabajos ideas que luego se desarrollarán en el Quousque tandem?! y que se encuadran en el conflicto entre sociedad y creador. En Oteiza hay una contradicción entre instituciones (museos, organismos públicos) e individuo: por un lado, está la negación de su función y por otro, la necesidad de su existencia para el conocimiento de la obra.
En la segunda parte el lector encontrará estudios de creadores cercanos a él por una u otra razón y en los que se desvela su gran capacidad como crítico de arte.
Con estos trabajos se renueva la publicación de los escritos de Oteiza, sin que haya terminado la investigación sobre ellos, que continúa. Heidegger ?a quien Oteiza consideraba profesor? definía al hombre como un ser-para-la-muerte. Malraux le replicó y ¿por qué no contra-la-muerte? Entre estas dos definiciones contradictorias transcurrió la vida de Oteiza, y por ende, su legado, que podríamos titular de la negación a la utopía.
José Julián Bakedano