Somos «habitantes de un espacio y un tiempo alargado, móvil, desmaterializado, en el que el soberano es, como nunca antes lo había sido, el principio de la heterogénesis de los fines. Es el interregno, un nuevo desorden y, además, babélico». El espacio social contemporáneo semeja una torre de Babel horizontal en permanente mutación donde nada parece estar ya en su sitio y muchas cosas parecen no tenerlo. En este mar sin confín y agitado por la crisis, los individuos, solitarios interconectados, han perdido los puntos de referencia que definen la actividad del pensamiento y la acción razonable: han perdido el sentido de lo común.
Estas últimas reflexiones de Zygmunt Bauman, en diálogo con Ezio Mauro, pretenden servir de brújula de orientación para salir de la Babel del presente. Pero la tarea de construir una responsabilidad común y una nueva moralidad cívica desde el conocimiento es un trabajo arduo. «Debemos pertrecharnos», dice Bauman, «para el agotador camino que nos queda, para la escabrosidad del recorrido y para la limitada fiabilidad de los vehículos de que disponemos».