'¿Cómo introducir un pensamiento que no se transmite por la cátedra ni exclusivamente por la escritura? ¿Cómo localizarlo? En una conferencia de 1975, llamada Joyce el síntoma, Lacan declara: ' Yo no soy universitario, contrariamente a lo que me atribuyen de maestro, profesor y otras bromas. Soy un analista'. Esta declaración se sostuvo en su seminario, dictado sin interrupciones a lo largo de treinta años; en sus textos reunidos en 1966 en un libro llamado Escritos y en los que produjo con posterioridad, además de innumerables participaciones públicas. Hizo de su nombre un significante fundamental del psicoanálisis y modificó de manera decisiva el lugar de nuestra disciplina en el mundo, por su influencia en los campos del saber y su importancia en reafirmar la eficacia de la cura psicoanalítica. Por lo tanto, se trata de articular los momentos cruciales que marcan la transmisión de una enseñanza. Pensamos las ideas sostenidas en un decir que dice acerca de una práctica y de la construcción de un discurso. La recuperación del lugar del deseo para el psicoanálisis, dejado de lado por la mayoría de los post-freudianos, tiene como efecto la subversión de la noción de sujeto cuyo alcance va mucho más allá del psicoanálisis, y afecta de manera decisiva a la cultura de nuestra época. ¿Sería esta la introducción a una obra o a un discurso? A ambos.' Hugo Levín