Esta novela está inspirada en mi relación con el mundo del arte y sus pestilencias. Como pintor siempre he estado expuesto a comer patatas hervidas mientras pintaba La piedad. Este compromiso es lo que sacude a Bavol, un pintor que vive a galope entre la pobreza de los bajos fondos, dónde tiene su estudio y amistades, y las riquezas del mundo del arte y sus gentes, como su ex pareja que también es su art dealer y aún está enamorada de él. Esto le hace dudar de sus sentimientos hacia ella. Un día una vecina adolescente irrumpe en su estudio aireando la suciedad que Bavol respira, y enseguida se encariña de ella. Decide tutelarla porque vive en unas condiciones deplorables y peligrosas. Marja, gracias a sus sueños, es engañada y acaba siendo la protagonista de una turbia historia. A partir de este momento se desencadenan los hechos, y Bavol se ve obligado a vivir en las calles, mientras su obra recorre las mejores galerías, museos y casas de subastas del mundo.