Cualquiera que conozca, aunque sólo sea superficialmente, la importancia de Pedro Salinas y Jorge Guillén ya no sólo como poetas, sino también como miembros destacados y activos protagonistas de la llamada generación del 27 y como figuras públicas que fueron, testigos lúcidos del desgarro provocado por la guerra civil y el exilio, puede intuir hasta que punto esta correspondencia trasciende lo estrictamente personal, la autobiografía, para pasar a ser también un auténtico testimonio histórico y literario, la biografía de toda una época. La correspondencia se divide en dos tramos : el primero, de 1923 a 1936, del que sólo se conservan las cartas de Salinas -ya que este perdió las de Guillén durante el trajín de la guerra civil-, en el que, pese a la ausencia de la voz guilleniana, participamos del extraordinario ambiente artístico y literario que iluminó la vida cultural española durante esos años ; y el segundo, de 1937 -cuando Salinas ya está en Estados Unidos, adonde le sigue al año siguiente Guillén- a 1951 -cuando fallece el primero-, en el que vivimos, gracias al diálogo epistolar, las peripecias del exilio. El azar biográfico que mantuvo alejados a los dos poetas durante el período de esta Correspondencia se dio como sigue : Guillén sucede a Salinas en la Sorbona ; gana la cátedra de Murcia (1925) mientras Salinas es catedrático en Sevilla ; en 1927 éste se traslada a Madrid y, entre 1929 y 1931, vive Guillén en Oxford, en otoño de 1936 Salinas marcha al Willesley College, cerca de Boston ; Guillén es en 1939 profesor de la McGill University de Montreal ; en 1940 Salinas pasa a la Johns Hopkins University de Baltimore y, de 1943 a 1946, a la de Puerto Rico ; en 1947 Guillén es profesor en Yale, regresa a Europa y, por unos días, a Espàña ; Salinas, en cambio, viaja a Colombia, Ecuador y Perú, y, en 1949, a Italia y Francia ; en 1950 Guillén está en el Colegio de México y, al año siguiente, visita otra vez España mientras Salinas permanece en Boston hasta su muerte. Amistad y ausencia fueron, pues, como siempre en estos casos privilegiados, las circunstancias que propiciaron en realidad este extraordinario documento, que hoy llega a nuestras manos gracias al inestimable trabajo de recopilación, selección y edición del profesor Andrés Soria Olmedo y que nos fue entregado por el editor Jaime Salinas con el fin de que lo publicáramos en el año en que se celebra el centenario del nacimiento de su padre Pedro Salinas.