La novela Anacaona salió vencedora en la tercer convocatoria del premio La sonrisa Vertical, en 1980. El jurado y los editores al distinguir la obra de Vicente Muñoz Puelles, tenían la intuición de que no sólo premiaban a la novela que, según ellos, merecía este reconocimiento, sino también de que apadrinaban, con ello, la revelación de un auténtico escritor. Anacaona, «esa bondadosa cacique de los indios Jaraguá, en la Española», es la inspiración, o, mejor dicho, la instigadora de esas «aventuras del espíritu y del sexo» protagonizadas por un «matemático que, en vida del dictador, burlaba a la represión y a la austeridad de los números escribiendo por las noches cuentos eróticos». Ese joven avejentado, aparentemente tímido e introvertido, consigue, sin embrago, gracias a las sugerentes imágenes de un exótico Libro de Viajes, no sólo mantener excitantes relaciones con su compañera en la estrechez de un triste apartamento provinciano, sino viajar sin límites por incestuosos y perversos recuerdos infantiles que, en la espiral del tiempo, se remontan a otros escenarios ancestrales, donde la sensual Anacaona —y otros seres de míticos poderes— se mueven en la descarada y provocante libertad de un paraíso perdido. ¿Quién no tiene, o ha tenido, una Anacaona quien, de la postración más profunda, consigue elevarnos a las más inesperadas exaltaciones ?