En los años recientes, la filosofía de la ciencia ha sufrido una auténtica revolución bajo el impacto de la obra de Thomas S. Kuhn, y en general de una nueva historiografía científica que hace hincapié en el carácter discontinuo del desarrollo científico, concebido ahora como una sucesión de marcos conceptuales inconmensurables, aunque dotados de una organización interna racional.
Pero la revolución de Kuhn no puede entenderse sino como fruto de la tradición inaugurada por Alexandre Koyré, fundador de la actual historiografía de la ciencia y el primero en aplicar concienzuda y críticamente los testimonios históricos a la construcción de una imagen coherente y comprensible del pensamiento de las épocas pasadas, recurriendo a los elementos de juicio entonces al alcance de la mano, los presupuestos metodológicos y los marcos conceptuales filosóficos generales.
Así, en vez de presentarnos el desarrollo de la ciencia como la historia de un conjunto de leyes y procedimientos que crece acumulativamente hasta alcanzar el estado del corpus científico actual, Koyré nos plantea la necesidad de comprender cada una de las etapas de la ciencia como una estructura organizada, dotada de una máxima racionalidad interna que es preciso descubrir renunciando a los prejuicios de los conocimientos actuales y atendiendo a los condicionamientos contextuales de cada teoría.
Estudios galileanos es la contribución fundamental de Koyré al estudio de la revolución realizada por Galileo en la mecánica, y constituye el punto de partida indispensable para la comprensión de su obra y de las decisivas repercusiones que tendría sobre el pensamiento científico y filosófico del siglo XVII.