Las historias agrupadas en Una bandada de cuervos recrean las durísimas condiciones de vida de soldados y civiles durante la llamada «Intervención siberiana» de 1918, que enfrentó a las tropas japonesas y al recién creado Ejército Rojo. El gélido paisaje estepario, inhóspito e indiferente a la suerte de los hombres, se convertirá en un poderoso símbolo del frío permanente que parece haberse instalado en el corazón de los seres humanos.
Kuroshima, una de las grandes personalidades de la literatura proletaria nipona, levanta un contenido pero emocionante homenaje a las víctimas que las sinrazones del poder van sembrando a su paso. Con una prosa deliberadamente sobria, cortante como el viento helador que recorre estas páginas, mantiene presente el recuerdo inextinguible de todos los «humillados y ofendidos», honrando finalmente su dignidad. Esa que, pese a sus truncados destinos, sus opresores nunca consiguieron arrebatarles.