La igualdad política es una premisa fundamental de la democracia. Sin embargo, Robert Dahl considera que no se ha comprendido bien su significado y su relación con la democracia y con la distribución de los recursos que los ciudadanos pueden utilizar para influir en las decisiones públicas. Si bien desde fines del siglo XVIII la democracia y la igualdad política han avanzado incesantemente, hay una serie de aspectos de la naturaleza y la sociedad humanas que impiden conseguir por completo dicha igualdad entre los ciudadanos de un país democrático. De este modo, la distancia entre el ideal de la igualdad política y su logro en la realidad es enorme. El deseo de la igualdad política está tan lejos de nuestro alcance que deberíamos buscar fines e ideales más fáciles de obtener? ¿O hay cambios que se encuentran dentro de nuestro alcance y podrían reducir en gran medida la distancia entre el ideal y nuestra realidad actual? Dahl considera que la igualdad política es un objetivo tanto deseable como viable. Analiza el crecimiento de las instituciones democráticas y la extensión de la ciudadanía. Examina también los motivos, en particular las emociones y la razón, que desempeñan un papel crucial en la lucha por la igualdad y los diversos obstáculos que se presentan en el camino para alcanzarla. Finalmente, el célebre politólogo estadounidense analiza el panorama político contemporáneo en los Estados Unidos y propone dos escenarios futuros. Uno, pesimista, en el cual el aumento de la desigualdad socave las instituciones democráticas. Otro, más esperanzador, en el cual los ciudadanos, al rechazar el "consumismo competitivo" promuevan un cambio cultural que impulse la igualdad. Ambos escenarios son posibles. Depende de las próximas generaciones de estadounidenses determinar cuál prevalecerá.