Sin ser una autobiografía, impresiona la voluntad de desnudamiento que recorre cada uno de estos textos, empezando por la aceptación de que escribir es una forma de darle la espalda al prójimo. Si el aprendizaje del idioma materno ?que constituye en definitiva el «hogar» de cada uno de nosotros? supone para el hablante la renuncia a ese momento inicial en el que todas las lenguas se abren como una promesa, como una potencialidad igualmente factible, este libro «nos proporciona a base de lenguaje la salida del lenguaje, el atisbo de la realidad del mundo»; una forma de desandar el camino, abandonar las supuestas certezas y alcanzar ese punto de inseguridad e indeterminación, de extrañeza y fascinación, en el que se puede afirmar precisamente que un escritor es aquella persona a quien le cuesta escribir más que a ninguna otra.