9788494217418LEOPOLDO MARÍA PANERO (Madrid, 1948 - Las Palmas de Gran Canaria, 2014) era un joven rebelde que dejaba a su paso provocadoras esquirlas de una sólida formación literaria, una descarnada inteligencia y una enorme capacidad verbal de imprevisibles consecuencias. El lector menos avisado advertirá en seguida la singularidad de esta voz en la joven poesía española. Se trata de un poeta con un mundo y un lenguaje que le son inequívocamente peculiares; leído, comprendemos que era necesario a nuestra poesía, que le da un acento nuevo. A finales de los años 60, cuando Leopoldo María estaba escribiendo y revisando los poemas de Así se fundó Carnaby Street, una gran zona de la poesía española languidecía a la sombra de sueños imposibles y ajenos. La vida carecía de futuro en un país extraviado en los confines de una historia que había decidido olvidarse del mundo. Bastantes poetas del exilio (tanto interior como exterior) estaban empeñados en volver a un pasado inexistente y los poetas que miraban al futuro lo hacían encerrados en una habitación sin vistas. Eran tiempos difíciles, a veces dramáticamente divertidos, y casi siempre envueltos en la ceniza áspera de una nostalgia enfermiza o letal: Europa nos miraba desde lejos, la guerra civil estaba demasiado cerca y en los sitios más relevantes se sentaba un impostor aburrido o estúpido.
ROSA ENFERMA, un libro de hondo calado emocional, escritura sin concesiones, que aflora a la superficie de sus páginas como poética única de alguien que, por su manera de ser y estar en el mundo, hizo del suyo toda una literatura. Poética, piedra negra del temblor en la mano que sujeta el cuchillo, afilado metal que hurga en la herida con la incisiva certeza de quien sabe de la obscenidad de Tánatos, acaso metáfora de la enfermedad de vivir, como tantas veces afirmara Leopoldo. Leopoldo María Panero, último poeta herido de muerte, muerto reciente, es ahora latido de papel de esta Rosa Enferma, voz de atormentada belleza que nos sorprende y atrapa desde los primeros versos, -«En cuanto a la poesía y sus registros del mal y la razón / diré que mi cabellera es rubia como la de San Juan»- hasta los últimos donde concluye afirmando: «Ya los pájaros comen de mi boca / como si estuviera por fin solo / colgado del último verso».