La poesía de José Bergamín puede entenderse como un acto de disidencia o rebeldía: de no aceptación del silencio impuesto por la censura o, en un sentido más amplio, de rechazo del silencio definitivo de la muerte. Por medio de sus versos, mediante el acto mismo de escribir, de lírica auto-articulación, emprende su lucha solitaria contra el silencio de la muerte, incluso contra el de Dios. Al coger la pluma, Bergamín afirma y reafirma, una y otra vez, su fe en la palabra y en la poesía, encontrando en esa continua lucha contra el silencio que le acecha lo que he calificado en otro lugar de permanente ?aposento en el aire?. En el coro de voces y ecos que le acompañan en el lírico remanso que habita, encuentra el acento inconfundible de su propia voz, la que se levanta hoy por encima de su propia muerte para seguir hablándonos. N. D.