En unos tiempos en que casi cualquier actividad humana se emparenta con las creaciones artísticas, ¿por qué no considerar ciertos automóviles y motocicletas como genuinas obras de arte?
Es en este libro donde, por primera vez, se plasma y desarrolla una idea que ronda la mente de los devotos del arte y de los seguidores de todo lo que evoca y significa el vehículo automóvil: la de que esta máquina es una obra de arte por sí misma. Porque, además de medio de transporte y montura de los héroes deportivos de la velocidad, puede ser considerado como un elemento artístico de primera magnitud, una suerte de obra de arte total. Desde finales del siglo XIX el arte y el coche comenzaron a viajar juntos, siendo desde entonces el automóvil motivo en la pintura, exponiéndose en galerías de arte, protagonizando importantes subastas junto a valiosos lienzos y litografías, con un proceso creativo similar al de una escultura moderna, generando coreografías en las carreras de las que es el principal protagonista? Y todo ello sin obviar que los automóviles y las motocicletas son en sí mismos elementos arquitectónicos de primera magnitud, llegando incluso a veces a ser productores de sonido con sus motores y transmisores de cierto relato social, histórico o artístico.
La estética del bólido. El automóvil como obra de arte es un ensayo novelado sobre la estrecha relación existente entre el arte moderno y el automóvil. Partiendo del concepto de Walter Benjamin de que hay objetos industriales que poseen un efecto artístico superior al de muchas obras de arte, Luis Morcillo Velázquez trata aquí todas y cada una de las facetas del automóvil y de su variante artística, el bólido, que lo han convertido, dentro del arte moderno, en un espectáculo de masas