De la pérdida a la recuperación, de la recuperación a la liviandad de quien sabe que lo necesario siempre vuelve, este diario de libros se origina en una biblioteca familiar y no tendrá fin sino con la desaparición de quien lo escribe. De amanecer en amanecer, entre cosas y papeles a la intemperie, centrado fundamentalmente en Barcelona, De rastros y encantes también evoca Estocolmo o Jerusalén, Trieste o Madrid, Las Palmas o Ciudad de México, Sevilla, París o Montevideo.