Los recientes hallazgos de la neurociencia acerca del funcionamiento del cerebro humano nos pueden ayudar a comprender por qué no somos más eficaces como profesionales de la comunicación educativa y cultural: sólo conectando con el cerebro emocional de los interlocutores se puede garantizar la eficacia en las interacciones comunicativas de carácter persuasivo y seductor.
Los profesionales de la comunicación televisiva y publicitaria parecen haberlo intuido desde hace décadas, y con su praxis cuestionan implícitamente nuestro modo de hacer, de ser y de comunicar. Basta fijarse en que son más eficaces que nosotros en la lucha contra el yamiké de los destinatarios de los mensajes.
En La educación como industria del deseo Joan Ferrés reivindica de forma amena –gracias a la inclusión de citas provocadoras, de relatos breves y de algunas muestras de humor gráfico – un cambio de estilo en la comunicación educativa y cultural centrado en la potencialidad de las emociones y en la capacidad de sintonía con los educandos. Avalada por los logros de destacados neurobiólogos, comunicadores de masas y profesionales de la enseñanza de talante innovador, esta novedosa propuesta integra las aportaciones más valiosas de la comunicación audiovisual y de las tecnologías.