La inmolación en defensa de los principios democráticos en un Palacio de La Moneda envuelto en llamas convirtió a Salvador Allende en una de las grandes personalidades del siglo XX. Sin embargo, su memoria se ha quedado atrapada en la tragedia del 11 de septiembre de 1973. Su prolongada trayectoria anterior a 1970, su defensa de un socialismo democrático y revolucionario o su solidaridad con las luchas del Tercer Mundo permanecen en el olvido; ni siquiera las extraordinarias conquistas de sus mil días de gobierno son comúnmente reconocidas. Y, sin embargo, junto con el 11 de septiembre, todo ello constituye su legado y define los principios que orientaron su existencia.