Ayla y Jondalar deciden vivir una temporada cerca del Mar Negro, con los Mamutoi, quienes cazan Mamuts no sólo para alimentarse, sino también para obtener pieles, marfil y otros muchos recursos que honran espiritualmente. Ayla se verá obligada a demostrar su valía como ser humano y su pureza de corazón para ser acogida por una gente que la desprecia por haber sido criada con los hombres del Clan, a quienes consideran simples animales.