Hitchcock, en su octavo filme, Spellbound (1945), da cuerpo a una de
las formulaciones del hecho pasional más nítidas y pregnantes de
toda su carrera a través de un rico dispositivo visual en el que los elementos
configuran la pluralidad de dimensiones de un universo lirico
donde todas las líneas convergen en un solo punto: la representación
de la pasión. Este libro analiza la evolución de dicho dispositivo desde el
cine clásico que el autor de Vértigo
representa, hasta la obra de unos
de los más radicales cineastas de
la historia, Michelangelo Antonioni.
Su punto de partida es sencillo:
la pasión es la esencia misma del
cine. Una pasión transmitida a través
de un poderoso y vastísimo tejido
de miradas, de movimientos,
de gestos que generan múltiples
procesos de conocimiento; una
pasión que nace constantemente
en el seno de las historias narradas
por las películas.