WILLIAM BLAKE (Londres, 1757-1827) fue poeta, pintor y grabador. Es necesario esperar a los dos volúmenes de Cantos de Inocencia (1789) y Cantos de Experiencia (1794) para que emerja de forma evidente la extraordinaria carga innovadora de su poesía. Las dos recopilaciones fueron concebidas como obras complementarias, expresión de las «dos tendencias opuestas del espíritu humano».
El adjetivo que con mayor precisión define el genio poético de Blake es el de «visionario». En la profunda, tenaz convicción de que sus visiones interiores eran más reales que el mundo exterior, tendió a encarnarlas ya fuera por el medio poético o por el pictórico. En el Matrimonio del Cielo y el Infierno (1790), influenciado por el neoplatonismo, por Swedenborg, por Böhme, por la Cábala y, sobre todo, por el Antiguo y el Nuevo Testamento, Blake trazó un cuadro esotérico y potentemente animado, en el cual se entrelazan mitologías y simbolismo, partiendo de la atrevida hipótesis de que el artista es un vidente dotado de la facultad de penetrar en la verdad fantástica del cosmos.